LA GRUTA DE BUSTAMANTE
Héctor Jaime Treviño Villarreal
Los integrantes de la Junta Arqueófila de Nuevo León, fundada el 20 de junio de 1907, con el fin de “procurar la conservación de monumentos antiguos y algunas obras bellas de la naturaleza; y hacer estudios y exploraciones arqueológicas”, realizaron una excursión a la “gruta recientemente descubierta en Bustamante”, motivados por los elogiosos comentarios que se vertían sobre ese lugar.
La comitiva partió el 22 de agosto de 1909, encabezados por el Dr. Amado Fernández en su calidad de presidente de la agrupación y el profesor Emilio Rodríguez, secretario de la misma; realizan el viaje en tren, bajando en la estación ferroviaria de Bustamante, donde son recibidos por el presidente municipal señor Eutimio Calzado e integrantes del ayuntamiento, decidiendo el alcalde acompañarlos en su visita a la caverna; el grupo fue guiado por los descubridores de la Gruta a la que llamaron del Palmito: Juan Gómez Cazares y Ramón Rodríguez.
Después de un penoso, pero muy agradable recorrido por el interior de la gruta y a su regreso a la capital del Estado, los miembros de la Junta Arqueófila rindieron el siguiente informe:
“Aprovechando su estancia en Bustamante, algunos miembros de la Junta Arqueófila, salieron el día 22 del actual, acompañados del Sr. Alcalde Primero de aquella villa y de varios vecinos, a visitar una gruta descubierta hace poco tiempo, en la vertiente oriental de la Sierra de Gomas y en el punto denominado Rincón del Palmito.
Dos gambusinos, Ramón Rodríguez y Juan Gómez Cazares, encontraron la entrada de la gruta hace unos dos años y han hecho varias excursiones al interior de ella en busca de vetas minerales.
En la excursión que hicieron los miembros de la Junta Arqueófila se exploraron ocho salones, algunos de ellos muy amplios, de más de cien metros de longitud por sesenta de ancho y todos encierran incrustaciones y cristalizaciones bellísimas.
A la luz de las bujías veíanse por todas partes estalactitas y estalagmitas de formas caprichosas: candelabros de varios brazos, inmensos hongos semejantes a setas y agáricos, campanas de la forma más perfecta, plantíos de coliflores y de cactus, elefantes enjaezados, medusas, madréporas, edificios, torres, capillas, altares e imágenes que con la luz de magnesio resplandecían con blancura alabastrina.
Hay un grupo de estalagmitas que simulan una capilla gótica con altar e imagen en el centro; un puente que sustenta dos esbeltas columnas colocado sobre negro abismo; y por dondequiera se ven erguidas columnas de la más bella arquitectura, lisas, estriadas o festonadas, ofreciendo los aspectos más caprichosos y variados con sus capiteles jónicos y corintios figurando espaciosas y monumentales galerías.
El piso de la gruta es descendente y está cubierto de desprendimientos del techo constituidos por grandes rocas o cristalizaciones compactas y unidas o separadas y movibles; es accidentado por lo general, pero hay espacios tan planos, tersos y limpios que bien pudieran servir para un salón de baile.
Hay varios depósitos de agua formando fuentes purísimas y cristalinas, algunos semejan pequeños lagos, otros pozos profundos y caprichosas aljofainas, recipientes todos, modelados de tan correcta manera, que parece que la mano de hábil artífice intervino en su formación.
Tropiézase a veces con grupos de olitas y pisolitas de admirable estructura y de tan perfecta forma que parecen montones de confites y patatas. La bóveda de la gruta está a poca altura en unos salones y a gran elevación en otros, presentando los aspectos más variados que cambian a cada instante como un caleidoscopio maravilloso: ya aparece como un plafón estucado y cubierto de artesonados elegantísimos, que recuerdan las soberbias mansiones, o ya el paisaje espléndido de un cielo con albas nubes o el pavoroso formado por negros nubarrones que presagian tempestad.
La gruta de Bustamante es una belleza natural digna de ser explorada cuidadosamente y sobre todo digna de ser vigilada para que no llegue a presentar el triste aspecto que ofrece la Gruta del Padre de García, cuyas estalactitas y estalagmitas, han sido casi en su totalidad destruidas por los excursionistas. En este respecto la gruta de Bustamante es más hermosa que la del Padre, porque apenas habrá sido visitada por unas veinte personas, y sus cristalizaciones e incrustaciones están en perfecto estado de conservación. Quizá sea también más grande que la de García.
La distancia que hay del pueblo a la Gruta se recorre a caballo en hora y media.
La Junta Arqueófila obtuvo algunas fotografías del interior de la gruta y proyecta hacer otra excursión exploradora para conocer mejor y estudiar aquel antro maravilloso. Monterrey, agosto 27 de 1909. Amado Fernández y Emilio Rodríguez. Rúbricas”.
Del documento anterior se desprenden estas consideraciones:
Primera: La tradición oral ha repetido invariablemente a través de los años, que Juan Gómez Cazares encontró la grutas, al guiar un hato de cabras, sintiendo en sus pies, una corriente de aire que lo motivó a cavar, encontrando esta magnífica oquedad; otros aseguran que andaba colectando palmito; en el informe queda perfectamente establecido que Gómez y Rodríguez eran gambusinos, habiéndose internado en ella “en busca de vetas minerales”, siendo esto lo correcto, pues los socios de la Junta Arqueófila fueron guiados por los descubridores, obteniendo la información de primera mano.
Segunda: La descripción que realizaron, muestra el grado de asombro, sorpresa y magnificencia de la Gruta de Bustamante, cuestión que se puede corroborar, realizando una visita.
Tercera: Los arqueófilos muestran su preocupación por su vigilancia y cuidado “para que no llegue a presentarse el triste aspecto que ofrece la Gruta del Padre en García”.
Cinco días después de realizado el viaje, elevan ocurso al Gobernador del Estado, General Bernardo Reyes, que disponga la orden a las autoridades municipales, para que la cuiden, además reglamenten las expediciones que se hagan “a fin de prevenir la destrucción de esa verdadera belleza de la Creación”.
La respuesta no se hizo esperar, el once de septiembre del mismo año Reyes, envía misiva al munícipe de Bustamante, para que tome las previsiones del caso, quien al día siguiente contestó al mandatario, manifestando haber dado las primeras instrucciones para que sea vigilada la gruta en referencia, “a reserva de reglamentare en breve las excursiones que a ella se verifiquen”.
Se informó del descubrimiento a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la ciudad de México, mediante oficio número 2061, del día 12 del mismo mes y año. Posteriormente ¾el día 23¾ contestó el Subsecretario del ramo A. Chávez, en el sentido de que esa dependencia tomó nota, expresando además que el Gobierno Federal, considera el asunto de la conservación de las bellezas naturales del país, de verdadera importancia.
El Doctor Fernández, meses más tarde, vuelve a la carga y en dura carta al Gobierno del Estado, conmina nuevamente a que se cuide y reglamente el acceso a la caverna: “Y como yo sé por varios excursionistas que han visitado últimamente la referida Gruta de Bustamante, que nada se hace para conservarla y siendo muy importante que se cuide de esa belleza natural, que nunca podrá reponerse y siendo además la destrucción de ella enteramente inútil para los que lo verifican, he de agradecer… se dicten de nuevo medidas que tiendan a la intacta conservación de la Gruta y su contenido, que puede ser de utilidad para la ciencia, toda vez que hay restos de fósiles en ella”.
Tal vez el cambio de Reyes, por el Gra.l José María Mier, al frente de los destinos de la administración pública el 20 de octubre de 1909, influyó para que se hiciera caso omiso de la requisitoria de los interesados en la conservación y uso racional de la gruta.
Los siguientes años, marcados por la violencia revolucionaria, los ajustes de la institucionalización de las estructuras político-administrativas del país en las décadas siguientes, llevaron al olvido, abandono, descuido y falta de reglamentación del acceso a la gruta, permitiendo su gradual destrucción, perniciosa actividad, que a pesar de los destrozos cometidos, no ha mermado la inenarrable belleza de la misma.
Las autoridades municipales requieren de ayuda económica para su mantenimiento, conservación y vigilancia. Puede crearse además un patronato para que las explote racionalmente, desde el punto de vista turístico.
Mucho se puede agregar en defensa de este gran atractivo turístico de Nuevo León, que a un centenario de su descubrimiento, siguen siendo desconocidas para la mayoría de los nuevoleoneses.
La mejor forma de sentir, palpar la majestuosidad y belleza de la Gruta de Bustamante, es visitándola, hacer conciencia de su mantenimiento y denunciando a los enemigos de la naturaleza.
Que las voces del Doctor Amado Fernández, del profesor Emilio Rodríguez e integrantes de la Junta Arqueófila, no sea un clamor en el desierto. Muchas otras personas que la han visitado, han alzado su voz para requerir, conminar y exigir a las autoridades a todos niveles, poner un alto al vandalismo que sigue enseñoreándose, en este paraje de la Sierra de Gomas.
Héctor Jaime Treviño Villarreal
Los integrantes de la Junta Arqueófila de Nuevo León, fundada el 20 de junio de 1907, con el fin de “procurar la conservación de monumentos antiguos y algunas obras bellas de la naturaleza; y hacer estudios y exploraciones arqueológicas”, realizaron una excursión a la “gruta recientemente descubierta en Bustamante”, motivados por los elogiosos comentarios que se vertían sobre ese lugar.
La comitiva partió el 22 de agosto de 1909, encabezados por el Dr. Amado Fernández en su calidad de presidente de la agrupación y el profesor Emilio Rodríguez, secretario de la misma; realizan el viaje en tren, bajando en la estación ferroviaria de Bustamante, donde son recibidos por el presidente municipal señor Eutimio Calzado e integrantes del ayuntamiento, decidiendo el alcalde acompañarlos en su visita a la caverna; el grupo fue guiado por los descubridores de la Gruta a la que llamaron del Palmito: Juan Gómez Cazares y Ramón Rodríguez.
Después de un penoso, pero muy agradable recorrido por el interior de la gruta y a su regreso a la capital del Estado, los miembros de la Junta Arqueófila rindieron el siguiente informe:
“Aprovechando su estancia en Bustamante, algunos miembros de la Junta Arqueófila, salieron el día 22 del actual, acompañados del Sr. Alcalde Primero de aquella villa y de varios vecinos, a visitar una gruta descubierta hace poco tiempo, en la vertiente oriental de la Sierra de Gomas y en el punto denominado Rincón del Palmito.
Dos gambusinos, Ramón Rodríguez y Juan Gómez Cazares, encontraron la entrada de la gruta hace unos dos años y han hecho varias excursiones al interior de ella en busca de vetas minerales.
En la excursión que hicieron los miembros de la Junta Arqueófila se exploraron ocho salones, algunos de ellos muy amplios, de más de cien metros de longitud por sesenta de ancho y todos encierran incrustaciones y cristalizaciones bellísimas.
A la luz de las bujías veíanse por todas partes estalactitas y estalagmitas de formas caprichosas: candelabros de varios brazos, inmensos hongos semejantes a setas y agáricos, campanas de la forma más perfecta, plantíos de coliflores y de cactus, elefantes enjaezados, medusas, madréporas, edificios, torres, capillas, altares e imágenes que con la luz de magnesio resplandecían con blancura alabastrina.
Hay un grupo de estalagmitas que simulan una capilla gótica con altar e imagen en el centro; un puente que sustenta dos esbeltas columnas colocado sobre negro abismo; y por dondequiera se ven erguidas columnas de la más bella arquitectura, lisas, estriadas o festonadas, ofreciendo los aspectos más caprichosos y variados con sus capiteles jónicos y corintios figurando espaciosas y monumentales galerías.
El piso de la gruta es descendente y está cubierto de desprendimientos del techo constituidos por grandes rocas o cristalizaciones compactas y unidas o separadas y movibles; es accidentado por lo general, pero hay espacios tan planos, tersos y limpios que bien pudieran servir para un salón de baile.
Hay varios depósitos de agua formando fuentes purísimas y cristalinas, algunos semejan pequeños lagos, otros pozos profundos y caprichosas aljofainas, recipientes todos, modelados de tan correcta manera, que parece que la mano de hábil artífice intervino en su formación.
Tropiézase a veces con grupos de olitas y pisolitas de admirable estructura y de tan perfecta forma que parecen montones de confites y patatas. La bóveda de la gruta está a poca altura en unos salones y a gran elevación en otros, presentando los aspectos más variados que cambian a cada instante como un caleidoscopio maravilloso: ya aparece como un plafón estucado y cubierto de artesonados elegantísimos, que recuerdan las soberbias mansiones, o ya el paisaje espléndido de un cielo con albas nubes o el pavoroso formado por negros nubarrones que presagian tempestad.
La gruta de Bustamante es una belleza natural digna de ser explorada cuidadosamente y sobre todo digna de ser vigilada para que no llegue a presentar el triste aspecto que ofrece la Gruta del Padre de García, cuyas estalactitas y estalagmitas, han sido casi en su totalidad destruidas por los excursionistas. En este respecto la gruta de Bustamante es más hermosa que la del Padre, porque apenas habrá sido visitada por unas veinte personas, y sus cristalizaciones e incrustaciones están en perfecto estado de conservación. Quizá sea también más grande que la de García.
La distancia que hay del pueblo a la Gruta se recorre a caballo en hora y media.
La Junta Arqueófila obtuvo algunas fotografías del interior de la gruta y proyecta hacer otra excursión exploradora para conocer mejor y estudiar aquel antro maravilloso. Monterrey, agosto 27 de 1909. Amado Fernández y Emilio Rodríguez. Rúbricas”.
Del documento anterior se desprenden estas consideraciones:
Primera: La tradición oral ha repetido invariablemente a través de los años, que Juan Gómez Cazares encontró la grutas, al guiar un hato de cabras, sintiendo en sus pies, una corriente de aire que lo motivó a cavar, encontrando esta magnífica oquedad; otros aseguran que andaba colectando palmito; en el informe queda perfectamente establecido que Gómez y Rodríguez eran gambusinos, habiéndose internado en ella “en busca de vetas minerales”, siendo esto lo correcto, pues los socios de la Junta Arqueófila fueron guiados por los descubridores, obteniendo la información de primera mano.
Segunda: La descripción que realizaron, muestra el grado de asombro, sorpresa y magnificencia de la Gruta de Bustamante, cuestión que se puede corroborar, realizando una visita.
Tercera: Los arqueófilos muestran su preocupación por su vigilancia y cuidado “para que no llegue a presentarse el triste aspecto que ofrece la Gruta del Padre en García”.
Cinco días después de realizado el viaje, elevan ocurso al Gobernador del Estado, General Bernardo Reyes, que disponga la orden a las autoridades municipales, para que la cuiden, además reglamenten las expediciones que se hagan “a fin de prevenir la destrucción de esa verdadera belleza de la Creación”.
La respuesta no se hizo esperar, el once de septiembre del mismo año Reyes, envía misiva al munícipe de Bustamante, para que tome las previsiones del caso, quien al día siguiente contestó al mandatario, manifestando haber dado las primeras instrucciones para que sea vigilada la gruta en referencia, “a reserva de reglamentare en breve las excursiones que a ella se verifiquen”.
Se informó del descubrimiento a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la ciudad de México, mediante oficio número 2061, del día 12 del mismo mes y año. Posteriormente ¾el día 23¾ contestó el Subsecretario del ramo A. Chávez, en el sentido de que esa dependencia tomó nota, expresando además que el Gobierno Federal, considera el asunto de la conservación de las bellezas naturales del país, de verdadera importancia.
El Doctor Fernández, meses más tarde, vuelve a la carga y en dura carta al Gobierno del Estado, conmina nuevamente a que se cuide y reglamente el acceso a la caverna: “Y como yo sé por varios excursionistas que han visitado últimamente la referida Gruta de Bustamante, que nada se hace para conservarla y siendo muy importante que se cuide de esa belleza natural, que nunca podrá reponerse y siendo además la destrucción de ella enteramente inútil para los que lo verifican, he de agradecer… se dicten de nuevo medidas que tiendan a la intacta conservación de la Gruta y su contenido, que puede ser de utilidad para la ciencia, toda vez que hay restos de fósiles en ella”.
Tal vez el cambio de Reyes, por el Gra.l José María Mier, al frente de los destinos de la administración pública el 20 de octubre de 1909, influyó para que se hiciera caso omiso de la requisitoria de los interesados en la conservación y uso racional de la gruta.
Los siguientes años, marcados por la violencia revolucionaria, los ajustes de la institucionalización de las estructuras político-administrativas del país en las décadas siguientes, llevaron al olvido, abandono, descuido y falta de reglamentación del acceso a la gruta, permitiendo su gradual destrucción, perniciosa actividad, que a pesar de los destrozos cometidos, no ha mermado la inenarrable belleza de la misma.
Las autoridades municipales requieren de ayuda económica para su mantenimiento, conservación y vigilancia. Puede crearse además un patronato para que las explote racionalmente, desde el punto de vista turístico.
Mucho se puede agregar en defensa de este gran atractivo turístico de Nuevo León, que a un centenario de su descubrimiento, siguen siendo desconocidas para la mayoría de los nuevoleoneses.
La mejor forma de sentir, palpar la majestuosidad y belleza de la Gruta de Bustamante, es visitándola, hacer conciencia de su mantenimiento y denunciando a los enemigos de la naturaleza.
Que las voces del Doctor Amado Fernández, del profesor Emilio Rodríguez e integrantes de la Junta Arqueófila, no sea un clamor en el desierto. Muchas otras personas que la han visitado, han alzado su voz para requerir, conminar y exigir a las autoridades a todos niveles, poner un alto al vandalismo que sigue enseñoreándose, en este paraje de la Sierra de Gomas.