miércoles, 28 de mayo de 2008

LA GRUTA DE BUSTAMANTE

LA GRUTA DE BUSTAMANTE

Héctor Jaime Treviño Villarreal

Los integrantes de la Junta Arqueófila de Nuevo León, fundada el 20 de junio de 1907, con el fin de “procurar la conservación de monumentos antiguos y algunas obras bellas de la naturaleza; y hacer estudios y exploraciones arqueológicas”, realizaron una excursión a la “gruta recientemente descubierta en Bustamante”, motivados por los elogiosos comentarios que se vertían sobre ese lugar.

La comitiva partió el 22 de agosto de 1909, encabezados por el Dr. Amado Fernández en su calidad de presidente de la agrupación y el profesor Emilio Rodríguez, secretario de la misma; realizan el viaje en tren, bajando en la estación ferroviaria de Bustamante, donde son recibidos por el presidente municipal señor Eutimio Calzado e integrantes del ayuntamiento, decidiendo el alcalde acompañarlos en su visita a la caverna; el grupo fue guiado por los descubridores de la Gruta a la que llamaron del Palmito: Juan Gómez Cazares y Ramón Rodríguez.

Después de un penoso, pero muy agradable recorrido por el interior de la gruta y a su regreso a la capital del Estado, los miembros de la Junta Arqueófila rindieron el siguiente informe:

“Aprovechando su estancia en Bustamante, algunos miembros de la Junta Arqueófila, salieron el día 22 del actual, acompañados del Sr. Alcalde Primero de aquella villa y de varios vecinos, a visitar una gruta descubierta hace poco tiempo, en la vertiente oriental de la Sierra de Gomas y en el punto denominado Rincón del Palmito.

Dos gambusinos, Ramón Rodríguez y Juan Gómez Cazares, encontraron la entrada de la gruta hace unos dos años y han hecho varias excursiones al interior de ella en busca de vetas minerales.

En la excursión que hicieron los miembros de la Junta Arqueófila se exploraron ocho salones, algunos de ellos muy amplios, de más de cien metros de longitud por sesenta de ancho y todos encierran incrustaciones y cristalizaciones bellísimas.

A la luz de las bujías veíanse por todas partes estalactitas y estalagmitas de formas caprichosas: candelabros de varios brazos, inmensos hongos semejantes a setas y agáricos, campanas de la forma más perfecta, plantíos de coliflores y de cactus, elefantes enjaezados, medusas, madréporas, edificios, torres, capillas, altares e imágenes que con la luz de magnesio resplandecían con blancura alabastrina.

Hay un grupo de estalagmitas que simulan una capilla gótica con altar e imagen en el centro; un puente que sustenta dos esbeltas columnas colocado sobre negro abismo; y por dondequiera se ven erguidas columnas de la más bella arquitectura, lisas, estriadas o festonadas, ofreciendo los aspectos más caprichosos y variados con sus capiteles jónicos y corintios figurando espaciosas y monumentales galerías.

El piso de la gruta es descendente y está cubierto de desprendimientos del techo constituidos por grandes rocas o cristalizaciones compactas y unidas o separadas y movibles; es accidentado por lo general, pero hay espacios tan planos, tersos y limpios que bien pudieran servir para un salón de baile.

Hay varios depósitos de agua formando fuentes purísimas y cristalinas, algunos semejan pequeños lagos, otros pozos profundos y caprichosas aljofainas, recipientes todos, modelados de tan correcta manera, que parece que la mano de hábil artífice intervino en su formación.

Tropiézase a veces con grupos de olitas y pisolitas de admirable estructura y de tan perfecta forma que parecen montones de confites y patatas. La bóveda de la gruta está a poca altura en unos salones y a gran elevación en otros, presentando los aspectos más variados que cambian a cada instante como un caleidoscopio maravilloso: ya aparece como un plafón estucado y cubierto de artesonados elegantísimos, que recuerdan las soberbias mansiones, o ya el paisaje espléndido de un cielo con albas nubes o el pavoroso formado por negros nubarrones que presagian tempestad.

La gruta de Bustamante es una belleza natural digna de ser explorada cuidadosamente y sobre todo digna de ser vigilada para que no llegue a presentar el triste aspecto que ofrece la Gruta del Padre de García, cuyas estalactitas y estalagmitas, han sido casi en su totalidad destruidas por los excursionistas. En este respecto la gruta de Bustamante es más hermosa que la del Padre, porque apenas habrá sido visitada por unas veinte personas, y sus cristalizaciones e incrustaciones están en perfecto estado de conservación. Quizá sea también más grande que la de García.

La distancia que hay del pueblo a la Gruta se recorre a caballo en hora y media.

La Junta Arqueófila obtuvo algunas fotografías del interior de la gruta y proyecta hacer otra excursión exploradora para conocer mejor y estudiar aquel antro maravilloso. Monterrey, agosto 27 de 1909. Amado Fernández y Emilio Rodríguez. Rúbricas”.

Del documento anterior se desprenden estas consideraciones:

Primera: La tradición oral ha repetido invariablemente a través de los años, que Juan Gómez Cazares encontró la grutas, al guiar un hato de cabras, sintiendo en sus pies, una corriente de aire que lo motivó a cavar, encontrando esta magnífica oquedad; otros aseguran que andaba colectando palmito; en el informe queda perfectamente establecido que Gómez y Rodríguez eran gambusinos, habiéndose internado en ella “en busca de vetas minerales”, siendo esto lo correcto, pues los socios de la Junta Arqueófila fueron guiados por los descubridores, obteniendo la información de primera mano.

Segunda: La descripción que realizaron, muestra el grado de asombro, sorpresa y magnificencia de la Gruta de Bustamante, cuestión que se puede corroborar, realizando una visita.

Tercera: Los arqueófilos muestran su preocupación por su vigilancia y cuidado “para que no llegue a presentarse el triste aspecto que ofrece la Gruta del Padre en García”.

Cinco días después de realizado el viaje, elevan ocurso al Gobernador del Estado, General Bernardo Reyes, que disponga la orden a las autoridades municipales, para que la cuiden, además reglamenten las expediciones que se hagan “a fin de prevenir la destrucción de esa verdadera belleza de la Creación”.

La respuesta no se hizo esperar, el once de septiembre del mismo año Reyes, envía misiva al munícipe de Bustamante, para que tome las previsiones del caso, quien al día siguiente contestó al mandatario, manifestando haber dado las primeras instrucciones para que sea vigilada la gruta en referencia, “a reserva de reglamentare en breve las excursiones que a ella se verifiquen”.

Se informó del descubrimiento a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la ciudad de México, mediante oficio número 2061, del día 12 del mismo mes y año. Posteriormente ¾el día 23¾ contestó el Subsecretario del ramo A. Chávez, en el sentido de que esa dependencia tomó nota, expresando además que el Gobierno Federal, considera el asunto de la conservación de las bellezas naturales del país, de verdadera importancia.

El Doctor Fernández, meses más tarde, vuelve a la carga y en dura carta al Gobierno del Estado, conmina nuevamente a que se cuide y reglamente el acceso a la caverna: “Y como yo sé por varios excursionistas que han visitado últimamente la referida Gruta de Bustamante, que nada se hace para conservarla y siendo muy importante que se cuide de esa belleza natural, que nunca podrá reponerse y siendo además la destrucción de ella enteramente inútil para los que lo verifican, he de agradecer… se dicten de nuevo medidas que tiendan a la intacta conservación de la Gruta y su contenido, que puede ser de utilidad para la ciencia, toda vez que hay restos de fósiles en ella”.

Tal vez el cambio de Reyes, por el Gra.l José María Mier, al frente de los destinos de la administración pública el 20 de octubre de 1909, influyó para que se hiciera caso omiso de la requisitoria de los interesados en la conservación y uso racional de la gruta.

Los siguientes años, marcados por la violencia revolucionaria, los ajustes de la institucionalización de las estructuras político-administrativas del país en las décadas siguientes, llevaron al olvido, abandono, descuido y falta de reglamentación del acceso a la gruta, permitiendo su gradual destrucción, perniciosa actividad, que a pesar de los destrozos cometidos, no ha mermado la inenarrable belleza de la misma.

Las autoridades municipales requieren de ayuda económica para su mantenimiento, conservación y vigilancia. Puede crearse además un patronato para que las explote racionalmente, desde el punto de vista turístico.

Mucho se puede agregar en defensa de este gran atractivo turístico de Nuevo León, que a un centenario de su descubrimiento, siguen siendo desconocidas para la mayoría de los nuevoleoneses.

La mejor forma de sentir, palpar la majestuosidad y belleza de la Gruta de Bustamante, es visitándola, hacer conciencia de su mantenimiento y denunciando a los enemigos de la naturaleza.

Que las voces del Doctor Amado Fernández, del profesor Emilio Rodríguez e integrantes de la Junta Arqueófila, no sea un clamor en el desierto. Muchas otras personas que la han visitado, han alzado su voz para requerir, conminar y exigir a las autoridades a todos niveles, poner un alto al vandalismo que sigue enseñoreándose, en este paraje de la Sierra de Gomas.

CROMÁTICOS RECUERDOS DE TIEMPOS IDOS...

CROMÁTICOS RECUERDOS DE TIEMPOS IDOS…
Héctor Jaime Treviño Villarreal

Hacer un recorrido por el estado de Nuevo León a través de la magia de la fotografía es un viaje por demás interesante; observar fotos y postales de otros tiempos es recurrir a la nostalgia, a la añoranza, al ver reflejado nuestro devenir existencial y recordar momentos que tienen similitud con aquel paisaje, con el barrio, la casa, las fiestas, la escuela, la boda de algún pariente o vecino, el viejo tendajón de la esquina, la chiquillería retratada en el patio de la escuela en la clásica foto de grupo.

La nostalgia se apodera de nuestro ser, el sentimiento y la emoción nos invaden al observar pasadas escenas irrepetibles que hacen aflorar un cúmulo de vivencias donde, a una impresionante velocidad, el cerebro deja que la memoria se convierta en la facultad mental que lleva el papel principal en la trama.

Tantas y tantas historias reflejan las fotografías, cuánto rescate hay de un patrimonio histórico-cultural que parece que se nos va de las manos y a fuer de ser sincero, nos causa dolor enterarnos que algunas personas se deshicieron de sus viejas fotografías, rompiéndolas o tirándolas a la basura; causa dolor porque es un acto que atenta contra su propia historia, donde se está socavando su propia identidad, sus raíces, en suma, es una traición a sí mismo y a sus ancestros.

La conservación del patrimonio histórico y cultural, en este inicio del siglo XXI, marcha por nuevos derroteros; con pasos firmes se preserva, cuida y restauran los testimonios de un pasado que se nos fue, pero que sigue presente a través de sus producciones en archivos, museos, bibliotecas, fototecas y otros respositorios.

Largo camino ha recorrido la fotografía desde que Nicéphore Niepce en 1827, logró conseguir imágenes de objetos en la cámara oscura, al usar betún de Judea como capa sensible; siguió luego la invención del daguerrotipo y poco a poco se perfeccionó hasta llegar a las cámaras digitales de nuestros días, sin embargo, la atracción, la magia de aquellas fotos en blanco y negro o en sepia, donde el fotógrafo imprimía sus sello personal, su talento artístico, no dejan de cautivarnos.

La Fototeca de Nuevo León en su corta existencia ha realizado una labor de titanes y en muy breve tiempo ha reunido una muy buena cantidad de fotografías en su acervo, que no dudamos, pronto, se convierta en la primera en el país.

En este su tercer libro nos presenta imágenes de todos los municipios del Estado, donde queda plasmada la cotidianeidad pueblerina, con toda su gama de actividades económicas, sociales, deportivas y políticas; el periodo que abarca es amplio y quiénes tomaron las fotografías van desde el fotógrafo profesional como Manuel M. López, hasta los aficionados, que son los más; de su calidad los expertos emitirán su opinión, pero lo más importante es dejar constancia del rescate del momento y su ulterior conservación por ellos o sus familiares.
Las imágenes nos llevan a ese recorrido por el escenario geográfico nuevoleonés, donde queda grabada la huella del paso del hombre por esas regiones, como por ejemplo en Ciudad Anáhuac en la calle aledaña a esa gran plaza circular, destacan los edificios construidos en el auge de la época de la siembra del algodón después de la construcción de la Presa “Don Martín” y la fundación de dicha ciudad en 1935.

Trasladarse a Lampazos de Naranjo a través de las imágenes fotográficas es recordarle a los amantes de este arte, que allí hay un terreno fértil para su oficio o pasatiempo; el Ojo de Agua, el palacio municipal, la Casa de la Cultura, la vieja misión, hoy convertida en Museo nos dan muestra del avance cultural de ese lugar, como aquel taller o academia de pintura muy recordado por las personas mayores; la figura imponente de la Mesa de los Catujanes, que estando en territorio coahuilense, su mejor vista es desde Lampazos, a esto hay que agregar las viejas casonas con el sello peculiar de la arquitectura norestense.

San Miguel de Bustamante y Villaldama pintorescos municipios en las que destacan las Grutas de Bustamante, las panaderías que elaboran las tradicionales semitas y “coyotas” muy buscadas por los visitantes; no dejan de estar presentes, como en todos los municipios, las fotos de grupos escolares y las actividades de corte religioso.

Sabinas Hidalgo con su Ojo de Agua, la figura ya legendaria de Don Manuel M. García, filántropo, cuyo recuerdo quedó perenne en la obra material realizada desde la trinchera de la sociedad civil y si acaso extrañamos la presencia de “La Turbina” el ícono sabinense más fotografiado en la historia del municipio.

Parás con la sencillez como característica y Vallecillo con sus casas de piedra enmarcando a “La Casa de la Plomada” como la construcción que todavía causa asombro a los arquitectos nacionales e internacionales y cuya portada ha aparecido en las principales revistas de arquitectura del mundo.

Acarrear el nopal para luego chamuscarlo, cortarlo y dárselo al ganado vacuno era casi un ritual en el campo nuevoleonés, la fotografía que muestra este hecho en Gral. Treviño nos acerca a esos momentos, lo mismo el “varear” el frijol, es decir, golpear con una vara las vainas de la leguminosa para obtener la semilla, nos mueve a la añoranza de aquellos tiempos.

Agualeguas, municipio que pasó del erial a la sublimación, de ser un pueblo casi desconocido, de repente se mencionó en todos los medios de comunicación del país y algunos del extranjero, después de ese boom, la vida cotidiana tomo su normalidad y sus fotografías nos parecen revelar que en su modo de vida poco han cambiado sus habitantes: bodas, el festejo o la reunión en la cantina, el equipo de béisbol, o la joven que posa con la sonrisa franca.

Cerralvo y su parque nacional El Sabinal; Melchor Ocampo el municipio más joven de Nuevo León -1948-, pero pródigo en vistas fotográficas, pues sus hijos quieren dejar constancia de su transitar por el pueblo; Dr. González donde las tradiciones familiares se mantienen muy fuertes. Ciénega de Flores la “tierra del machacado” y la cabecera municipal más limpia de todo el Estado, cuna de la “Tía Lencha” y de gente alegre como nos muestra la foto de una reunión donde aparecen dos individuos dándole duro al baile.

El Valle de las Salinas con los municipios de Mina, Hidalgo, Abasolo, El Carmen y Salinas Victoria, “tierra de gente buena” como sus habitantes se promocionan y donde recuerdan las visita del Gral. Lázaro Cárdenas a la cooperativa de Cementos Hidalgo y rubrican al paraje de Potrero Chico como el principal de sus atractivos turísticos, o se hace gala de la multitud que acude a Espinazo a venerar la memoria del “Niño Fidencio” que le ha dado fama a ese rincón del poniente nuevoleonés, aunque los de El Carmen nos dicen y nos lo prueban que el “Niño Juanito” fue el precursor de los infantes curanderos de la región, mientras que en Salinas Victoria traen a la memoria los recuerdos de las huestes revolucionarias, tanto carrancistas como villistas que pernoctaban en el pueblo.

Pesquería con sus escuelas impregnadas de patriotismo, de reuniones políticas, de sus labores agrícolas; General Zuazua con la Hacienda de San Pedro de arquitectura de fines de la Colonia e Higueras con sus casas de piedra y una de las fiestas más antiguas de Nuevo León: Las Luminarias.

Monterrey y los municipios que forman su área metropolitana, son pródigos en fotografías; la macrocefalia regiomontana se deja sentir con imágenes del Palacio de Gobierno, la Catedral, Palacio Federal, La Purísima y muchos otros edificios y lugares, sin dejar de estar presentes fotos de familias, de escolares y eventos de otro índole.

Chipinque, La Huasteca, Las Grutas de García y El Cerro de la Silla no pueden faltar cuando se atrapa la presencia física del área metropolitana a través de la lente, craso error sería su omisión; paisajes bucólicos y reuniones familiares y religiosas son testimonios fehacientes de aquellos pequeños pueblos hoy convertidos en grandes ciudades como Guadalupe, Apodaca, Escobedo, San Nicolás, Garza García, Santa Catarina, Cadereyta Jiménez y Benito Juárez. La explosión urbana ha cobrado su factura, hoy, esos pequeños pueblos ya no existen, se nos fueron para siempre y se llevaron la vida tranquila, el olor a tierra mojada cuando se regaban sus calles sin pavimentar, los olores de las cocinas de barriada, la convivencia tranquila y la pláticas de las señoras sentadas en las mecedoras en las altas banquetas, sólo los recuerdos quedan y algunos de ellos atrapados en la magia de la fotografía.

Tierra de hombres y mujeres bravías, de hablar franco, directo “golpeado”: China, Bravo, Dr. Coss, Herreras, Los Ramones, Los Aldamas, con sus estaciones de tren, los puentes del ferrocarril, los camones de pasajeros que unían al pueblo con la gran ciudad, las viejas carretas cargadas con leña o caña de azúcar, las infaltables fotos de la escuela y de las mujeres que le daban y le dan vida al pueblo cuando los varones adultos emigran al “otro lado” o a Monterrey a conseguir el sustento diario.

De verdor inconfundible la zona cítrica donde la Villa de Santiago es un pueblo que resiste las andanadas de cientos de regiomontanos y que se conserva bello y hermoso con su Cola de Caballo, Presa La Boca, los músicos, “las julias”- originales medios de transporte- los jacales de adobe y paja; Allende y sus revolucionarios, el paraje del río Ramos; Montemorelos con sus distinguidas damas y el homenaje eterno a los productores de naranja, Hualahuises y su puente colgante, Linares con su casino, sus políticos, su reciedumbre en la agricultura, el comercio y los tiempos idos de aquel medio rural de antaño.

Iturbide y sus calles empedradas, Rayones en el corazón de la Sierra Madre Oriental, Galeana con el Pozo del Gavilán, la Laguna de Labradores y el Puente de Dios de gran belleza; General Zaragoza y Aramberri hermosos rincones sureños de Nuevo León. Dr. Arroyo con su Academia de Telegrafistas y la Frutería “Poca Luz” y Mier y Noriega en los confines del Estado.

Nuevo León, nuestro Estado, en donde nos sentimos orgullosos de nuestras raíces, de la identidad norestense, de sus pueblos, de su gente, de sus tradiciones, costumbres, leyendas, gastronomía, de su pasado; recuperar en fotografías su alma, sus entrañas, es fortalecer el cariño por la tierra que nos vio nacer o que amorosamente nos recibió y nos hace sentirnos orgullosamente nuevoleoneses.


FOTOS SELECCIONADAS:
Taller de pintura de Lampazos.0168
El Niño Juanito González de El Carmen.3277
Acarreando nopal de Gral. Treviño.500
Don Manuel M. García de Sabinas Hidalgo.0285
Frutería Poca Luz de Dr. Arroyo.3326
Hombres bailando de Ciénega de Flores.2819
Puente Colgante de Hualauises. 986
La Julia medio de transporte en Santiago. 2486